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Una chica adicta al control.

Creo que lo más difícil de la espera es rendir el control, no sé si les ha pasado como a mí que Dios las ha llevado a vivir pruebas donde sientes escuchar a Dios decir: "¿Quién manda, dime quién manda?" o "¿Quién tiene el control, dime quién tiene el control?" Jummm, suspiro, lo he vivido muchas veces, más de las que he querido, pero sé que es debido a una lección que, no aprendido, recuerden que lección no aprendida... lección repetida.


Hace poco viví una situación donde sentí a Dios aplastándome en una camilla de hospital preguntándome quién mandaba y saben qué, me resistía con todas mis fuerzas a no ceder, a salirme con la mía, a lograr lo que quería... Salir de ahí. Lo increíble es que cuando vivimos esas situaciones chantajeamos a Dios hasta usando versículos Bíblicos, tratando de obligarlo hacer lo que queremos, en ocasiones lo hacemos inconscientemente pero otras veces lo hacemos con pleno conocimiento y abusamos de la gracia casi para llegar a la autoconmiceración, recurrimos al llanto, la queja y recitamos promesas bíblicas sin saber que eso no moverá la mano de Dios, creo que lo mueve más nuestra fe o el deseo de aprender lo que se nos está enseñando, porque Dios está más interesado en tratar nuestro carácter de lo que pensamos, así que no sé trata de obligarlo sino de ceder y rendir nuestros derechos, en vez de hacer una pataleta como niña pequeña.


La espera para mí es la mayor prueba de rendir el control porque debemos ponernos en la posición de sumisión y decir como Jesús y María lo hicieron: "Hágase su voluntad"


💜Les contaré mi prueba:


Ahí frente a frente a la tormenta, donde Dios te pone en el ojo del huracán para sanarte, no en la orilla, sino en medio del mar donde te sientes indefensa, a la merced de las impetuosas olas, allí a corazón abierto donde le pides a Dios que no te haga pasar la prueba, Él decide invitarte a bogar mar adentro y te das cuenta que no tienes el control que nunca lo has tenido y nunca lo tendrás.


Entre lágrimas te resistes, mientras ves pasar las horas, el corazón te aprisiona y te sientes a más no poder, y en medio de la lucha sientes a Dios decirte que te quiere sanar, que, aunque sientes el dolor va a pasar, no entiendes como quiere sanarte llevándote al dolor, y le preguntas por qué no evitarlo, para darte cuenta que así no lograrías sanar, que es necesario pasar por eso, y mientras menos te resistas y entre más rápido lo dejes actuar, más pronto será la recuperación.


Allí entre lágrimas, sentada en una cama de la clínica un viernes en la noche con un sin fin de emociones le dices a Dios que rindes tus derechos, que rindes el control, que quieres pasar la prueba y que deje de doler, decides pasar el lago y no resistirte más; entre lágrimas le agradeces a Dios por lo que fue y por lo que no puedes controlar, por lo que no entiendes pero que estás segura que te sanará, por el dolor, por la prueba, por el sonido constante del monitor que te recuerda que el latido de tu papá no estará más, por el olor a clínica, por las sensaciones, por entender que todo lo ocurrido esa semana solo tenía la firme intención de llevarte a que el corazón dejara de doler; que dieras un paso más a soltar, a que el duelo sea más fácil y entiendes que está bien no entender sí Él está en el asunto.


Mientras escuchas a la octava enfermera darte explicaciones de no saber por qué no apareces en el sistema, esperando en una camilla de recuperación, escuchas la voz del Espíritu confirmando la Diosidencia que Él estaba involucrado, que Él te había borrado del sistema sólo para tener ese encuentro contigo y recibes una paz que hace rato no sentías y sonríes mirando al cielo y dentro de ti tienes esa conversación no desde la queja, las dudas y mil preguntas, sino desde la aceptación, que aunque no lo entendías y no lo querías, era lo que necesitabas.


Y sale desde lo profundo de tu corazón una oración agradeciendo la vida, agradeciendo la prueba sobre todo agradeciendo haber sobrevivido y pidiéndole a Dios que te ayude a rendir el control.


Esto de aceptar la voluntad de Dios requiere morir mucho a sí mismo, pero en definitiva es lo mejor y siempre recordando que sus planes son de bien y que sus pensamientos no son los nuestros, así que en vez de resistirme a la tormenta lo mejor es guardar la calma y entender que algo se trae entre manos para mi bien.


Lo increíble es que horas antes me invitaba tiernamente mientras me dormía por la anestesia a caminar por un campo lleno de girasoles, que me recordaban que Él es mi sol y yo su girasol, atraída por su presencia, que necesito de Él, quien me recarga para seguir, como un novio invitando a la novia no al desierto, pero si a florecer, al cambio de estación, a la tan anhelada primavera.


Me gusta muchísimo un libro: El Plan B de Pete Wilson ha sido toda una enseñanza para mí, en el capítulo 3 escribe sobre la ilusión del control y quiero compartirles una pequeña parte:


“Me gusta el control. Me gusta saber hacia dónde Dios se dirige, exactamente qué está haciendo, la ruta exacta sobre cómo vamos a llegar allí, y exactamente cuándo vamos a llegar. También me gusta recordarle a Dios de su necesidad de comportarse de formas que se ajusten a las claras ideas que tengo de Él. Por ejemplo, Dios es sencillamente misericordioso, bueno, sabio, amoroso. Sin embargo,

el problema es que Dios va más allá de la comprensión de todos los conceptos que tengo de él. Él es totalmente incomprensible” (Peter Scazzero)


Ahhh como me gustaría ver la cara de las que como yo se identifican.


Éste escrito me describe a la perfección, soy así creo que al ser perfeccionista y criada como una Marta y no como María me dificulta ceder, hago planes de los planes, mi cabeza es una eterna página de Excel jajajaja


Cuando fuiste criada en el hacer más que en el ser tienes una fuerte lucha entre tu Marta y tu María, así que entrar en el reposo, estar en la quietud demanda un mayor esfuerzo de tu parte.


Medito mucho en este pasaje:

"En la multitud de mis pensamientos dentro de mí,

Tus consolaciones alegraban mi alma"

Salmos 94:19


Le pido a Dios que someto mis pensamientos a su voluntad que me ayude a callar la voz de inquietud y que pueda rendirme a sus pies, recordando que sus planes son de bien para mí y no de mal, pero para darme el fin que Él tiene para mí, no el mío, por esos creo que se vale escribir los sueños o la visión, pero con lápiz para que Dios pase el borrador de su voluntad.


Escribir los deseos es bueno hasta Habacuc 2:2-3 nos motiva a escribir la visión, pero creo que al hacerlo debemos entender que no necesariamente esa lista se cumplirá como lo esperamos, es ahí donde no permitimos que la frustración se apodere de nosotros, porque entendemos que Dios tiene lo mejor para nosotros y a su debido tiempo y entre más nos resistamos a ceder más se demora Él en entregarlo, mis mayores bendiciones han llegado cuando me relajo y menos las espero, cuando digo ahhh pa' que me estreso que llegue cuando tenga que llegar y suaz que llega.


Así que Dios quiere por todos los medios enseñarnos que no depende de tí o de mí, que Él es el único que puede hacerlo, y se vale cansarse, hacer pataleta, llorar, querer rendirse, pero debe llegar el momento donde aprendamos a dejarlo hacer y sólo disfrutar el viaje, porque Él ama más la práctica que la teoría.

 

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